Caracol a Contramano no es una banda improvisada. Con casi dos décadas de trayectoria, el conjunto platense construyó un sonido propio donde el rock se fusiona con distintos géneros y las letras dialogan con lo cotidiano. Este fin de semana se presentarán en Ciudad de Gatos para celebrar que “estamos vivos”, un show que los invita a recorrer parte de su discografía y reafirmar su conexión con el público.
Pablo Bohl, saxofonista de la banda, habló con El Editor Platense sobre el presente de Caracol a Contramano, las expectativas para el sábado 31 de mayo en 17 y 71, cómo atraviesan el paso del tiempo y qué significa hacer música hoy, en plena era de digitalización e inteligencia artificial.
— Lo primero que se destaca de Caracol a Contramano es el tiempo que lleva la banda. ¿Cómo fueron estos 19 años?
Ha sido todo un trabajo. La forma en que grabamos nuestros discos y llevamos adelante las canciones quizás no es la más habitual hoy en día. Por ejemplo, todos nuestros discos se grabaron con las canciones completas, todos tocando juntos. Antes de cada grabación pasamos meses ensayando intensamente porque las tomas son únicas. Es un método distinto, pero desde el principio entendimos que una de las cosas más lindas de Caracol es lo que se genera en vivo. Entonces, para reflejar eso lo mejor posible, grabamos como tocamos: todos juntos.
— ¿La banda fue cambiando con el tiempo? ¿En qué sentido?
Sí, hubo cambios de formación. Por suerte, siempre con buena relación entre todos. Algunos se alejaron por cuestiones de la vida, otros se quedaron y se fueron sumando nuevos músicos. Y eso también es muy loco: que haya gente con ganas de sumarse. A mí me encanta repasar los temas viejos, descubrir cosas que en su momento no habíamos pensado, revivir arreglos. Nos damos cuenta de que siempre fuimos una banda heterogénea. Es hermoso redescubrir todo eso.
— ¿Cómo viven el escenario?
Una de las virtudes de Caracol es que siempre encontramos la forma de sonar. Con una guitarra y un saxo, o con un bajo, de alguna manera nos acomodamos. Es una banda muy versátil y estamos muy adaptados a tocar en todo tipo de contextos. Hemos estado en muchísimos escenarios porque amamos esa conexión con el público. Es nuestro mayor disfrute, y eso es lo que siempre mantuvo viva a la banda: compartir con la gente.
— ¿Cómo describen la cultura platense y su vínculo con ella?
Para nosotros es muy especial. Siempre tuvimos una hermosa respuesta del público. Y en esta fecha en particular, se nos han sumado muchos seguidores nuevos en redes que están esperando este show, lo cual nos pone muy contentos. No lo esperábamos, y es una grata sorpresa. Sobre los artistas platenses, sin adelantar demasiado, podemos decir que vamos a tener invitados especiales en Ciudad de Gatos.
— ¿Cómo ven la evolución del rock platense?
El rock platense tiene una forma muy particular de comunicar, y sí, ha ido mutando, como todo lo sano. Está bueno que se incorporen nuevos artistas con distintas visiones y formas de encarar la música. Eso enriquece el panorama y genera nuevas conexiones musicales.
— En algún momento se definieron como “indescifrables” ¿Por qué?
Cuando la banda recién empezaba, Lucas y Chelo traían un tema y había que ponerse a estudiarlo. Esa es la parte linda: la mezcla que cada músico trae. Yo toco el saxo, vengo de lo clásico, toqué en orquestas, y de repente me decían “vamos a hacer una cumbia”. Eso te obliga a buscar otras sonoridades. Quizás ahí radica lo indescifrable: un día queremos probar un estilo nuevo, y lo hacemos, siempre atravesados por el rock.
— ¿Cómo viven esta época marcada por la Inteligencia Artificial?
A título personal, no reniego de la tecnología. Uso herramientas de IA todos los días en mi trabajo fuera de la banda. Pero creo que va a llegar un momento en el que se va a volver a valorar la humanidad en lo que hacemos. Por ejemplo, el último disco de Bad Bunny tiene temas largos, y eso se aprecia. En cambio, hay temas de dos minutos que ni siquiera lográs terminar. Nosotros tenemos canciones de cuatro o cinco minutos y no siento que se hagan largas. En un contexto de producción digital masiva, buscamos aportar un valor diferencial, desde la resistencia y la autenticidad.
— ¿Eso también se aplica al vivo?
Totalmente. Fui profesor de música durante diez años, y cuando les mostraba un saxo a los chicos, lo conocían de nombre, pero cuando lo escuchaban en vivo, la reacción era de asombro total. Eso no se reemplaza. Aunque la tecnología y la IA tengan un rol cada vez mayor, la experiencia de escuchar un instrumento en vivo sigue siendo insustituible.
— ¿Qué planes tiene Caracol para el futuro?
Tenemos varios temas bastante avanzados, estamos en plena producción. Nos estamos poniendo grandes y el tiempo escasea, pero lo importante es que seguimos acá, festejando que estamos vivos. Y el año nos irá marcando el camino.
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