Alejandro Lugones (31) tuvo la oportunidad de vivir diferentes momentos con la camiseta de Villa San Carlos. Ascenso de la Primera C a la Primera B Metropolitana, una final por el boleto a Primera Nacional en 2022 y hasta la puja por mantener la categoría a finales de 2024.
Hoy el presente es diferente, el Celeste está en la parte alta de la tabla de posiciones y buscará pelear por el campeonato y también por el acceso a la próxima edición de la Copa Argentina, algo que ilusiona a todos en Berisso. En una visita por la redacción de El Editor Platense, Lugo habló de todo.
Los momentos duros comenzaron con Leandro Martini en la dirección técnica: “Habíamos arrancado bien, ganamos de local, pero de visitante no”, recuerda el jugador. Sin embargo, los resultados no acompañaron. “No llegamos a pelear el descenso, pero terminamos ahí abajo. Clasificar a la Copa Argentina estuvo lejísimos”, admitió.
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Lucas Licht se hizo cargo del mando del grupo, trajo entusiasmo en los entrenamientos, pero los puntos seguían sin llegar. “Tuvimos cinco partidos sin ganar. Vino el Vasco (Lucas Ochandorena), pero tampoco pudimos. Es un pozo difícil de salir. Todas las pelotas que pasan por tu arco son gol”.
El punto de inflexión llegó con un partido clave contra Flandria. “Sabíamos que teníamos que ganar como sea. Fue el mejor partido del año, 3-0. En el vestuario, cuando supimos que Dálmine hizo un gol al minuto 91, fue una locura. Un festejo como si fuera un campeonato”, relató. Ese día, San Carlos se salvó del descenso, pero no sin sufrimiento. “La pasamos mal todo el año. Fue el momento más duro, más que el proceso en la C, porque nadie quiere pelear el descenso”.
Un cambio clave en Villa San Carlos
El cambio llegó con Pablo Miranda, uno de los grandes ídolos que dejó el fútbol y asumió como entrenador. “Nos cambió la cabeza. Muchos somos los mismos del año pasado, pero ahora peleamos el campeonato. La cabeza es fundamental”, asegura. El vestuario, liderado por jugadores como él, Mati Samaniego y Chaco Zagert, encontró en la unión la clave para revertir la racha. “El grupo es todo. Si está bien, las cosas salen”.
No todo fue fácil. Partidos como el de Real Pilar, donde metieron dos goles en dos minutos, mostraron falencias. “No fue nuestro mejor partido, pero reaccionamos por amor propio”, explica. De visitante, el equipo aún busca consistencia, aunque rescatar un punto en la UAI fue un paso positivo. “Todos los equipos son difíciles en su cancha, más en esta categoría”.
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El arbitraje, otro factor externo, también dejó huellas. Incidentes como el polémico encuentro con Argentino de Quilmes marcaron al equipo. “Es difícil, no tenemos con qué defendernos. Pero jugando bien o mal, nos supimos recuperar”, destaca. Como jugador explosivo y veloz, reconoce que los árbitros no siempre lo protegen. “Juego contra centrales que pesan 40 kilos más. A veces me caigo para no lesionarme, pero el árbitro piensa que me tiro”.
San Carlos, una familia
San Carlos no es solo fútbol. “Es familia”, define. El centenario del club, celebrado con un museo de camisetas históricas y una fiesta hasta la madrugada, reflejó ese espíritu. La nueva tribuna, la cancha impecable y la sede renovada son señales de un crecimiento que se siente en el día a día. “Es un club ordenado, donde la gente trabaja por amor”, afirma.
Fuera de la cancha, la vida del futbolista no es tan glamorosa como parece. “Nos cuidamos las 24 horas. No podemos comer cualquier cosa ni acostarnos tarde. En el ascenso, muchos tenemos trabajos extras. Yo arreglo celulares, autos, pinto. No se me caen los anillos”, confiesa. La crítica, inevitable en un club pasional, es algo que intenta esquivar. “Cuando te va mal, intentás no escuchar. El año pasado nos insultaron, pero uno se hace sordo”.
Con 31 años y el contrato a punto de vencer, el futuro es incierto. “Me siento bien para seguir, pero depende de mi familia y de lo que venga. No me veo como técnico ahora, el fútbol actual no me atrae tanto con las apuestas y el VAR”, reflexiona. Sin embargo, su amor por San Carlos es innegociable. “Es difícil explicar qué tiene este club. Es familia, cercanía, comodidad. Acá me quedo porque me permite estar cerca de mis nenas y sentirme parte de algo grande”.
Fotos: Marina Espeche.