En una noche cargada de tensión, Gimnasia y Esgrima La Plata escribió una página inolvidable en su historia al vencer 1 a 0 a River Plate en el estadio Monumental. El “Lobo” rompió una sequía de casi dos décadas sin poder ganar en Núñez y lo hizo con una actuación llena de carácter, sacrificio y eficacia.
El partido comenzó con el dominio de River, que intentó imponer su ritmo y posesión desde el arranque. Con el impulso de su gente, el conjunto local buscó abrir el marcador rápidamente, pero se topó con una defensa bien plantada y un arquero inspirado. Nelson Insfrán fue figura desde el primer tiempo, respondiendo con solvencia ante los remates de Colidio y Borja.
En el complemento, el encuentro cambió de rumbo. A los diez minutos, una jugada en el área de River terminó con la intervención del VAR, que determinó una falta penal sobre un delantero tripero. Marcelo Torres tomó la pelota con decisión y definió con frialdad desde los doce pasos para poner el 1 a 0 que desató la locura visitante.
A partir de ahí, el partido se transformó en una batalla táctica. Gimnasia se replegó con inteligencia, cerró los espacios y apostó a las contras, mientras River, cada vez más apurado, fue perdiendo claridad. El Monumental empujó, pero la ansiedad pudo más que la precisión. En el tramo final, los de Núñez tuvieron el empate en los pies de Miguel Borja, pero otra vez apareció Insfrán, que tapó un penal en el descuento y se consagró como el héroe de la noche.
El pitazo final encontró a los jugadores de Gimnasia abrazados en el campo, conscientes de haber logrado mucho más que tres puntos. Fue un triunfo histórico, no solo por el resultado, sino también por el envión anímico que le da a un equipo que venía golpeado y necesitado de esperanza.
River, en cambio, se fue entre silbidos y preocupación. Su juego no aparece, los resultados no acompañan y las dudas crecen en un tramo decisivo del torneo. El Lobo festeja y sueña. En el estadio más imponente del país, Gimnasia volvió a creer.