La Plata nació de un sueño y de un profundo debate político. Nuestra ciudad es el legado de las pujas y tensiones entre Roca y Rocha. La Plata fue pensada antes de ser vivida. Una ciudad utópica, geométrica, moderna. Un mapa que quiso adelantarse a su tiempo y a todos sus tiempos.
Hoy, más de un siglo después, ese trazo nos interpela. ¿Qué hicimos con esa promesa? ¿Qué queda de esa ciudad faro, que supo ser vanguardia? ¿Cómo encendemos de nuevo la chispa de la innovación? ¿Cómo le hablamos al mundo desde nuestra querida ciudad?
Una ciudad con toda la potencialidad
La Plata tiene todo para volver a brillar. Es extraordinaria. Puede serlo todavía más. No le falta historia. No le falta talento. Tiene universidades, ciencia, cultura, producción, juventud, diversidades. Tiene memoria. Tiene resistencias. Tiene mística y sueños.
Pero para que todo eso funcione como un sistema vivo, como una ciudad que se mueve con sentido, hace falta algo más: un diseño que conecte. Una idea que abrace.
Esa es la apuesta: transformar las ventajas dispersas en una potencia común. Volver a planificar. Volver a soñar.
Un nuevo pacto platense
Este espacio, esta columna, nace con ese propósito: abrir preguntas. Pensar en voz alta. Proponer caminos. Desandar otros. Escuchar mucho. Imaginar.
Las ciudades no se hacen solo con cemento. Se hacen con palabras. Con acuerdos. Con visiones compartidas. Necesitamos un mito refundacional. Un La Plata 2025 para el siglo XXII.
La Plata tiene el tamaño justo para ser enorme. Puede ser capital de muchas cosas: de la innovación, del conocimiento, del ambiente, del arte, del deporte, del encuentro. Basta con trazar de nuevo el mapa. Esta vez, desde abajo. Con el pulso de los barrios. Con la energía de sus comunidades.
Del plano a la calle
La Plata tiene un enorme desafío. Desafío Benoit, una provocación. Un punto de partida. Una invitación a volver a pensar lo común. A salir del modo automático. A hacer de la política otra vez una herramienta para construir ciudad. Para darle sentido y contenido.
Podemos ser, de nuevo, ejemplo. No solo por tener las mejores esquinas o los edificios más lindos. Sino por cómo nos tratamos. Por aquello que decidimos cuidar. Por cómo nos incluimos. Por qué sueños colectivos apostamos a construir.
La ciudad como esperanza
No hay que inventar nada. Solo hay que mirar bien. Las respuestas están al alcance de la mano. En la UNLP, en el CONICET, en los clubes, en las cooperativas, en los centros culturales, en las pibas que organizan la economía popular, en los pibes que le ponen música al barrio. En los saberes que brotan todos los días, aún en los márgenes.
La ciudad del futuro está ahí. Apenas escondida. Esperando un guiño. Un plan. Una palabra que la despierte. Esta columna quiere ser parte de eso. Una brújula.
Un espejo. Escribir también es hacer ciudad.
La Plata: un lienzo de historia y futuro
La ciudad de La Plata, desde su concepción, fue más que un simple conglomerado urbano; fue una declaración de principios, una apuesta al futuro. Diseñada con una precisión casi mística, su trazado en damero, intersectado por diagonales y salpicado de plazas cada seis cuadras, refleja una visión donde la planificación, la estética y el acceso a derechos se entrelazan. Este diseño no solo obedecía a criterios urbanísticos, sino que también incorporaba símbolos y significados que hablaban de una identidad en construcción.
El sanitarismo como corriente urbanística se percibe en múltiples aspectos de la ciudad: la disposición de sus calles, la orientación cardinal del casco fundacional, los árboles y los espacios verdes. La ciudad como tecnología al servicio de la salud del pueblo.
La Universidad
La Universidad Nacional de La Plata (UNLP) es un claro ejemplo de esta impronta. Fundada en 1889 por senadores provinciales, nació con el propósito de ser un faro de conocimiento y libre pensamiento.
Esta tradición de pensamiento libre y crítico es una herencia que aún palpita en las aulas y pasillos de la universidad. Es un recordatorio de que la educación y el conocimiento son pilares fundamentales para el desarrollo y la identidad de la ciudad.
La cultura como puente al mañana
La Plata es cuna de una efervescente vida cultural. Sus teatros, museos y centros culturales son testigos de una comunidad que valora y promueve el arte en todas sus formas. Esta riqueza cultural es un recurso invaluable para proyectar la ciudad hacia el futuro. Virus y Redondos. Cofradía de flores solares.
Imaginemos una ciudad donde la cultura sea el puente que conecte su glorioso pasado con un futuro innovador. Donde las expresiones artísticas dialoguen con la tecnología, creando espacios de creatividad y emprendimiento. Donde cada ciudadano se sienta parte activa de una narrativa colectiva en constante construcción.
Desafíos urgentes e importantes
El porvenir no se espera. Se diseña. Para eso, necesitamos instituciones capaces de pensar a largo plazo. El municipalismo moderno no se limita a gestionar lo inmediato: debe animarse a encender imaginarios, articular lo público y lo privado, y coordinar con la comunidad científica, educativa, productiva y cultural. La ciudad no puede ser solo una sumatoria de reclamos; tiene que ser también una arquitectura de deseos.
La cuarta revolución industrial —la que une bits y átomos, algoritmos e inteligencia— nos encuentra en un punto neurálgico. Tenemos lo que el mundo necesita: agua, alimentos, conocimiento, juventud. El desafío es crear el ecosistema que los potencie. Poner en diálogo a quienes investigan con quienes producen. Apostar a lo local, pero pensando en escala global.
La Plata puede ser un nodo latinoamericano de innovación en materia bioeconómica. Puede exportar ideas, tecnologías y saberes. Puede construir bienestar, no desde el extractivismo ni desde la especulación, sino desde la inteligencia colectiva. De eso se trata: de reunir lo mejor de nuestro pasado con lo más audaz de nuestro porvenir.
El desafío de soñar juntos
La Plata tiene en su ADN la marca de la innovación y la planificación. Pero más allá de sus calles y edificios, su mayor riqueza reside en su gente: en los estudiantes que llenan sus aulas, en los artistas que colorean sus calles, en los científicos que buscan respuestas a los desafíos contemporáneos.
Esta columna, que recoge lo que llamaremos Desafío Benoit, es una invitación a todos los platenses a sentir orgullo por los debates y combates de nuestro tiempo. A concebirlos en clave local. A retomar la mirada fundacional.
Por Jerónimo Guerrero Iraola, abogado.