En el mundo del fútbol, hay historias que trascienden los grandes estadios. Una de ellas es la de Damián Valente de Talleres del Provincial, un emblema del fútbol infantil y amateur en La Plata, que lleva el apellido Valente con orgullo y una pasión inquebrantable por los colores de este club, pero también con un vínculo especial con Estudiantes.
En una entrevista reciente en El Editor Platense, el futbolista, parte de una familia fanática del Pincha, que supo estar en la dirigencia, compartió su trayectoria, los desafíos de una lesión que marcó su carrera y su decisión de disfrutar del fútbol en la Liga Amateur Platense de Fútbol, rodeado de amigos, familia y un grupo humano que hace de Talleres un lugar especial.
El actual plantel combina jugadores de Reserva y Primera, es un reflejo de su identidad: el 90% de los futbolistas hicieron las inferiores en el club, y entre ellos hay lazos de sangre y amistades de años. “Es algo hermoso. Hay hermanos, primos, amigos de toda la vida. Están porque quieren estar, quieren al club”, asegura el jugador. Esta unión, según él, es la clave para soñar con el gran objetivo: el primer ascenso del club en la Liga Amateur. “Estamos por eso, y creo que en algún momento lo vamos a lograr”, afirma con convicción.
De las lesiones al renacer en la Liga
La carrera de Damián no estuvo exenta de obstáculos. Una lesión grave lo alejó de las canchas durante meses, un golpe duro para alguien que soñaba con dar el salto al fútbol profesional. “Estuve tres meses sin operarme, volví, jugué un tiempo y después me volvió a pasar. Me operé y fueron seis o siete meses más”, recuerda. Durante ese período, la pasión por el fútbol se transformó en sufrimiento. “Estaba desganado, no lo disfrutaba. Sufría más que otra cosa”, confiesa.
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Damián Valente, figura de Talleres del Provincial, en la redacción de El Editor Platense
Julián Martínez
La decisión de dejar el fútbol profesional no fue fácil, pero el apoyo del club y la oportunidad de volver a jugar con sus amigos de siempre en Talleres hicieron que todo fluyera. “Justo estaba de técnico alguien que me conocía de Infantiles. Hablé con él, y con mis amigos en el club, no fue difícil decidir”, cuenta. Así, optó por disfrutar del fútbol en la Liga Amateur, donde la intensidad y la fricción son moneda corriente. “Es bravo, hay que meter. Si no corrés o no metés, te pasan por arriba. Pero es lindo, lo disfruto”, admite.
El acompañamiento de Talleres y el peso del apellido
Estudiantes no solo fue un refugio, sino también un pilar durante su recuperación. “Firmé el contrato estando lesionado. Estoy recontra agradecido con el club, con Pablo Quatrocchi y todos los que me acompañaron”, destaca. Este respaldo, sumado al entorno familiar de Talleres, refuerza el sentido de pertenencia que define al club. “Es muy familiar, sano. Ves siempre las mismas caras, gente que quiere que el club crezca”, describe.
Llevar el apellido Valente, ligado a la historia del fútbol platense, podría ser una carga para algunos, pero él lo ve como una responsabilidad. “Nadie me lo puso como mochila, pero uno se la pone solo. No es algo feo, es una responsabilidad de hacer las cosas bien, portarse bien, dejar el apellido en alto”, explica. Su familia, con su padre, abuelo y tío siempre presentes, fue un apoyo constante. “Me acompañaban a todos lados, me daban consejos. Hoy siguen yendo a verme a Talleres, y no hay nada igual a eso”, dice emocionado.
El sueño del ascenso y el futuro de Talleres
Para Valente, el presente en la Liga es solo el comienzo. Su objetivo, compartido con el plantel, es claro: lograr el ascenso. “No es fácil, pero vamos por eso. No sé si será este año o el próximo, pero es lo que queremos”, asegura. A pesar de la falta de una cancha propia, un asterisco en la historia del club, Talleres sigue creciendo. “En lo futbolístico, se está armando algo lindo. No es un club que trae jugadores de afuera por plata, y eso mantiene la esencia”, opina.
El sueño de una localía propia, donde los jugadores puedan entrenar, comer y compartir todo el día, es un anhelo colectivo. “Sería un salto enorme para el club, sobre todo para los más chicos, para que sientan el mismo amor que nosotros”, reflexiona. Mientras tanto, el predio en 143 y 34 es el escenario donde este grupo de amigos defiende los colores rojiblancos con garra y corazón.
Un orgullo que trasciende las canchas
Categoría 2001, ver a sus excompañeros, como Bautista Kociubinski o Gastón Benedetti, brillar en el fútbol profesional llena de orgullo al jugador. “Es lindo ver cómo progresan, ya sea en Primera, en la B o afuera”, dice. Sin embargo, él está conforme con su presente. Aunque no descarta analizar una oferta de AFA en el futuro, hoy su felicidad está en Talleres, en el fútbol amateur y en compartir cada partido con sus amigos de siempre.
Valente, junto al apoyo del club y su familia, con un plantel de "hermanos" buscará dejar su huella partido a partido en una institución que buscará cumplir los objetivos planteados.