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La Plata y Berisso, al límite: entre filtraciones, cortes y responsabilidades evadidas

En La Plata y Berisso, los frentistas enfrentan desde hace meses cortes de luz, pérdidas de agua y respuestas nulas de empresas como ABSA y Edelap

24 de junio de 2025 - 20:00

En el barrio Hipódromo, los reclamos por el mal estado del servicio de agua llevan más de un año. Calles como 116, 118 y 122 entre 41 y 35 presentan filtraciones permanentes, barro, veredas destruidas y pérdidas visibles. Algunas zonas parecen riachuelos artificiales creados por roturas que nunca se reparan del todo. ABSA ha intervenido, pero las soluciones son parciales o directamente ineficaces.

Vecinos denuncian que las cuadrillas pasan, pero los problemas vuelven. La baja presión dentro de las viviendas y la acumulación de agua en la vía pública generan un doble malestar: falta del servicio y riesgo en las calles. Las quejas apuntan directamente a la empresa por su falta de mantenimiento e inversión.

Quienes viven en la zona explican que, mientras pagan tarifas cada vez más altas, reciben un servicio deteriorado. En muchos casos, solo sale un hilo de agua de las canillas. Hay familias que deben comprar bidones o cargar baldes desde otras casas. El desgaste físico y emocional crece día tras día.

ABSA, símbolo de desidia

ABSA se ha convertido en sinónimo de desidia para muchos platenses. Con un servicio irregular, atención deficiente y soluciones que no llegan, la paciencia vecinal está agotada. Las críticas no son sólo por la falta de agua, sino por la forma en que se trata a los usuarios: con indiferencia, sin respuestas claras y sin plazos concretos.

La situación es aún más grave en tiempos de calor, cuando la falta de agua se convierte en un problema sanitario. Los charcos que se forman en las calles por las pérdidas constantes son caldo de cultivo para mosquitos, mientras en las casas no hay ni para lavarse. Se vive un contraste absurdo e indignante: afuera, el agua se pierde; adentro, no alcanza para lo básico.

Frío, oscuridad y silencio

En los barrios El Carmen y Santa Cruz de Berisso, la historia se repite, pero con la electricidad. Vecinos llevan semanas sufriendo cortes prolongados de luz, justo en los días más fríos del año. En muchos hogares, pasaron más de 48 horas sin energía eléctrica, sin calefacción, sin posibilidad de usar electrodomésticos, con niños y adultos mayores tiritando, la situación se volvió insoportable.

Las pérdidas materiales también se acumulan: heladeras quemadas, alimentos echados a perder, aparatos arruinados. Y lo más alarmante: personas electrodependientes o en tratamientos médicos que no pueden estar sin luz quedan expuestas a un riesgo directo. Las familias denuncian que Edelap no atiende los reclamos o responde con excusas genéricas. La empresa no ofrece soluciones ni da fechas concretas de normalización.

Edelap y la sombra del monopolio

Desde hace ya un tiempo, Edelap ha sido blanco frecuente de críticas por falta de inversión, cortes reiterados y una atención al cliente que muchos califican como nula. A pesar de los incrementos tarifarios que se acumularon en los últimos años, no hay señales de mejoras reales.

En cada invierno, vuelven las mismas escenas: barrios a oscuras, reclamos sin respuesta, bronca acumulada. Las promesas de modernización quedan en papeles, mientras las cuadrillas escasean y las soluciones no llegan. En este escenario, la confianza está rota.

La situación en la región no es una suma de reclamos aislados, es el reflejo de un problema estructural: empresas que no cumplen, autoridades que no controlan y vecinos que pagan por servicios que no reciben.

No se trata solo de incomodidades, la falta de agua o de electricidad pone en riesgo la salud, la seguridad y la vida diaria. Se vulneran derechos básicos. La indignación que hoy se expresa en redes sociales y protestas barriales podría escalar si no se atiende con urgencia.

Además, estas situaciones evidencian una desconexión entre las tarifas que se pagan y el servicio que se brinda. ¿Dónde está la inversión? ¿Quién fiscaliza? ¿Quién responde? La cadena de responsabilidades se diluye y el usuario queda solo.

Algo más que una queja

Los vecinos no quieren privilegios, quieren que se cumpla con lo mínimo: agua limpia en las canillas, electricidad estable en sus casas, calles transitables. Quieren respuestas, pero sobre todo soluciones. Quieren saber que detrás de una factura hay una empresa responsable.

Porque cuando lo esencial falla, todo lo demás se derrumba. Y en esas condiciones, ningún proyecto de ciudad, por más ambicioso que sea, puede sostenerse.

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