Una mujer de 82 años fue golpeada y amenazada por delincuentes que irrumpieron en su vivienda, la mantuvieron cautiva y huyeron con dinero y joyas
Preocupación por ola de inseguridad en La Plata
La Plata fue escenario de un episodio estremecedor de inseguridad que vuelve a poner en evidencia el dramatismo del aumento del delito en zonas residenciales. Una jubilada de 82 años fue asaltada en su propia casa durante la madrugada por un grupo de delincuentes que irrumpió con violencia, la golpeó y la dejó ensangrentada, antes de huir con objetos de valor.
El hecho tuvo lugar poco después de las 2 de la mañana en una vivienda ubicada en la zona de diagonal 73 y calle 62, del barrio El Mondongo. Los asaltantes ingresaron por una ventana del balcón mientras la anciana dormía. Una vez dentro, la sorprendieron y la obligaron a bajar hasta el tablero de la alarma privada, que empezó a sonar. Le exigieron que la desactivara bajo amenazas y mencionaron datos personales como propiedades que posee, para intimidarla aún más.
Durante casi una hora mantuvieron a la víctima bajo presión, sometida al terror mientras recorrieron toda la casa. Uno de los atacantes portaba un arma de fuego, que mostró antes de retirarse. Bajo coacción la llevaron hasta una caja fuerte, de la cual extrajeron 200 dólares, joyas de oro, plata y otros objetos de valor sentimental.
También se apoderaron de su cartera con documentos y tarjetas. En medio del asalto, la mujer sufrió una herida cortante en el rostro cuando uno de los agresores la golpeó con el arma, provocando sangrado. No necesitó sutura, pero quedó en estado de shock.
Cuando los criminales escapaban, la jubilada logró activar el botón antipánico provisto por la empresa de seguridad, lo que hizo sonar una alarma externa. Al escucharlo, los delincuentes reaccionaron con furia antes de huir saltando por una terraza y escapando por el patio trasero tras forzar una reja. Hasta el momento no hay detenidos.
Este brutal episodio vuelve a exponer la vulnerabilidad de los jubilados frente a la delincuencia e inseguridad. Que un asalto tan despiadado ocurriera en plena madrugada, a pocas cuadras de una comisaría y en una zona residenciada, refuerza la sensación de impunidad creciente.