Claro está, Estudiantes jugó muy mal el sábado y seguramente no vas a tener ganas de leer ninguna crónica deportiva que cuente de los detalles de una tarde para el olvido. Sin embargo, pese a los bajos rendimientos, el encuentro sirvió para algo: saber que peor que esto no se puede jugar y todo lo que había que hablarse o corregir se dijo puertas adentro.
Unión no fue una aplanadora. No. Solo aprovechó los errores que dejó el Pincha. Errores que en este nivel no pueden pasar y más aún cuando la base que siempre juega da un espacio para los alternativos. Este, aunque parezca ilógico, es también el equipo de Eduardo Domínguez. Que todas las fichas estén en ese 11 que sale casi de memoria lleva a veces que algunas pruebas de laboratorio fallen.
Un Fede Fernández que volvió tras más de una década al fútbol argentino, el colombiano Castillo Manyoma que se fue aplaudido y los juveniles Atum más Palavecino que le dieron aire. Deian Verón, por su parte, perdió la gran chance.
Claro, este es el 'diario del lunes' y es más fácil. Si ganaba cómodo el equipo ‘B’ tampoco iba a jugar de arranque en Copa ni tampoco en las fechas que siguen. Como también esta derrota marca que está todo mal. Simplemente sirvió para dejar en claro algo: el plantel está unido, pero a nivel de juego hay desorganización entre los que están jugando dos veces por semana y aquellos que todavía se adaptan -o les falta- a la buena idea que lleva adelante Domínguez.
El cántico de la hinchada luego del 1-3 fue clarísimo, que el martes cueste lo que cueste, el martes tiene que ganar. Los primeros que saben que no estuvieron a la altura son los mismos que mañana darán todo para dejar en claro que una mala tarde la puede tener cualquiera.