Tras 15 años alejado de la Liga Amateur Platense de Fútbol, Guillermo Pallanza, preparador físico de La Plata Fútbol Club, volvió a la actividad con una mezcla de nostalgia, profesionalismo y una vida transformada. “Nunca pensé que iba a volver”, admite en una charla cargada de anécdotas.
En diálogo con El Editor Platense, el profe repasó su trayectoria, desde los días de gloria en el básquet y el fútbol hasta su lucha personal, un capítulo que prefiere no destacar como su carta de presentación. “No soy eso, soy Guillermo Pallanza, profe de educación física, sano y trabajando a full”, sentencia.
Su retorno al fútbol llegó de forma inesperada, impulsado por amigos y excompañeros como Luis Martín, quien le regaló desde camperones hasta mensajes emotivos que Pallanza guarda con cariño. En el club, donde también se involucró en la inauguración de un gimnasio, trabaja con la Primera y la Reserva, buscando el equilibrio entre motivación y exigencia. “En la liga es complicado, hay que conocer al jugador: si labura, si duerme, si está bien con su mujer. No es como en la élite, donde tienen todo resuelto”, explica.
Guiilermo combina la experiencia de la vieja escuela con las nuevas dinámicas del fútbol. Critica la falta de respeto de algunos técnicos jóvenes hacia los métodos tradicionales, pero defiende la evolución: “Hoy hay conos, pelotas, GPS, pero el vestuario sigue necesitando un poco de picardía”. Su filosofía es clara: “Se juega como se entrena. Si entrenás al 50%, jugás al 50%”. Por eso, ajusta las cargas, motiva a sus jugadores y no permite que el ánimo decaiga, incluso tras una derrota.
Una vida ligada al deporte en La Plata
La vida de Pallanza es un testimonio de aprovechar oportunidades. Desde dirigir colonias en Gimnasia hasta trabajar en IOMA, siempre tomó los desafíos que se le presentaron, incluso cuando implicaron riesgos. Una lucha de 18 meses, lo transformó. “Me reencontré conmigo mismo”, afirma, destacando el apoyo de sus hijos y su compromiso con ayudar a otros, aunque sin hacer de esa lucha su identidad
Hoy, Pallanza vive el presente sin pensar demasiado en el futuro. Con proyectos a corto plazo, como terminar bien el año con La Plata Fútbol Club, está abierto a nuevas aventuras, desde coordinar inferiores hasta aceptar una oferta inesperada. “Si me sale algo, voy. No tengo ataduras, mis hijos están contentos, y mi nieta la veré cuando pueda”, asegura. Su historia es la de un hombre que encontró en el fútbol un espacio para seguir creciendo, motivando y, sobre todo, viviendo.