Si se habla de creencias de fin de año, la más tradicional es la de las 12 uvas, que consiste en comer una por cada campanada a la medianoche. Cada una representa un deseo o propósito para los doce meses del año. En el último tiempo se sumó una nueva variante: comerlas debajo de la mesa, especialmente entre quienes buscan atraer el amor.
En el caso de los viajeros, un clásico infaltable es salir a dar una vuelta a la manzana con una valija apenas el reloj marca las 00:00. La creencia indica que este gesto favorece los viajes y las oportunidades para conocer nuevos destinos.
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A su vez, usar ropa interior de determinados colores es uno de los rituales más comunes. Por ejemplo, el amarillo suele asociarse al dinero y la prosperidad, mientras que el rojo se vincula con el amor y las relaciones. También hay quienes eligen comer lentejas, ya sea en la cena o al mediodía del 1° de enero, como símbolo de abundancia y estabilidad económica.
Sin embargo, hay algunas prácticas menos conocidas que se repiten cada vez más. Una es barrer la casa hacia afuera minutos antes de la medianoche, con la intención de “sacar” las malas energías y dejar espacio para lo nuevo. Otros recomiendan comenzar el año con el pie derecho, literalmente, ingresando al 1° de enero con ese paso como gesto simbólico de buena suerte.
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Para quienes buscan atraer el dinero, se recomienda colocar un billete en el bolsillo, en el zapato o debajo del plato durante la cena, con la intención de favorecer un año de mayor bienestar económico. Incluso hay quienes sostienen que regalar dinero, en lugar de recibirlo durante los primeros minutos del año, ayuda a que la abundancia vuelva multiplicada.
Con sus variantes, estos rituales forman parte de una tradición que se transmite de generación en generación e invitan a renovar la esperanza y las buenas energías para encarar un nuevo año.