Los trapitos en el centro de La Plata se ha convertido en un problema creciente que genera malestar entre los automovilistas que tienen que dejar sus rodados para ir a trabajar, llevar a los niños al colegio o bien hacer un trámite en alguna dependencia municipal, provincial o de servicio privado.
Principalmente en la zona de plaza San Martín estos cuidacoches hacen de las suyas, un punto recorrido por las fuerzas de seguridad, pero que no toman manos a la obra para alejar a estos sujetos.
La actividad de cuidacoches y limpiavidrios está expresamente prohibida en La Plata desde el año 2000, cuando se promulgó la Ordenanza Nº 9.127. Esta normativa fue reforzada en 2021 con el Código de Convivencia Urbana, que penaliza estas prácticas.
Sin embargo, lejos de disminuir, la presencia de cuidacoches parece ir en aumento, según los relatos de los vecinos y lo que se observa a simple vista en distintas zonas de la ciudad.
El pedido de dinero ya no es a voluntad. Piden mucho dinero y la gente tiene miedo de cómo puede quedar su auto al no dejar dinero a estos malvivientes. Además, según relataron vecinos a El Editor Platense, cuidacoches más jóvenes exhiben actitudes más intimidantes en comparación con los de mayor edad.
Los automovilistas aseguran que la situación no solo genera incomodidad, sino también temor, ya que muchos evitan estacionar en áreas donde operan estos grupos por miedo a represalias.
Plaza Islas Malvinas: hartazgo de los vecinos en La Plata por el ruido de las motos
La plaza Malvinas en La Plata ha convertido en el epicentro de una problemática que parece no tener fin. Vecinos de la zona expresaron su profundo malestar, denunciando el caos que generan las motos y los audiocars, una situación que se repite a diario y que afecta la tranquilidad de los frentistas.
A partir de la medianoche comienza el infierno: una enorme cantidad de motos suben a la plaza, otras giran alrededor haciendo explosiones imposibles de tolerar. Luego se alejan hacia plaza Moreno y vuelven. Ese ritual continúa hasta la madrugada.
El ruido ensordecedor de los caños de escape, combinado con la alta velocidad de las motos, genera una incomodidad constante. A esto se suman los audiocars, vehículos con música a un volumen “insoportable”, según los vecinos.