En una temporada que tuvo de todo, Estudiantes volvió a festejar a fin de año de la mano de Eduardo Domínguez. Informe completo
El año de Estudiantes fue irregular, pero terminó con dos títulos
Prensa EDLPEstudiantes pasó por un año repleto de altibajos. No solamente futbolísticos, sino también en cuanto a las relaciones de sus actores, que generalmente fluyeron al compás del aspecto deportivo. Lo cierto, es que el plantel de Eduardo Domínguez volvió a terminar festejando en diciembre, y por partida doble. El repaso del año.
El 2024 del Pincha, que también había terminado con festejos, y el comienzo del 2025, tuvieron a un actor que se robó todas las miradas: Foster Gillett. De la mano con la idea de Juan Sebastián Verón de hacer entrar a escena a los aportes privados en el fútbol, el magnate estadounidense se plantó y parecía que jugaba fuerte en el elenco platense.
De hecho, fue él quien abonó la cláusula de salida que Cristian Medina tenía en Boca Juniors, para depositarlo en el León casi a modo de favor, aunque cobrará todo el dinero que deje su venta. Además, un préstamo brindado como señal de confianza, para después cerrar un acuerdo macro con la institución pincharrata, que finalmente no llegó, aunque desató mucha polvareda en el medio.
Así, Marcos Angeleri apostó fuerte en el mercado y llegaron jugadores de real jerarquía para competir en los torneos locales y la Copa Libertadores. Sin embargo, el rendimiento fue muy pobre, lejos del esperado, y hubo futbolistas que resultaban apuestas interesantes, que jamás alcanzaron a recuperar un buen nivel. La pelota comenzó a rodar.
En enero, llegó el mencionado Medina junto a Alexis Castro, Lucas Alario, Facundo Farías, Ramiro Funes Mori y Santiago Nuñez. Se creía que el equipo podía dar más de lo que dio: en el Torneo Apertura, un andar muy irregular terminó con el equipo empatando el clásico de manera agónica, como visitante ante un flojo Gimnasia, y clasificando a los playoffs por la ventana, pero despidiéndose en octavos de final.
Después de una estrepitosa goleada en Paternal, por quienes varios pidieron la cabeza del entrenador, Estudiantes viajó a Arroyito -por primera vez- y perdió ante Central. Para colmo, a los pocos días, quedó eliminado muy tempranamente de Copa Argentina ante un Aldosivi que ya parecía descendido a esa altura. Después de aquel partido, una incendiaria conferencia de prensa de Eduardo Domínguez, hacía pensar que el ciclo realmente se terminaba.
Es que la brasileña Carina Magnabosco se apareció un día en City Bell, y pareció querer explicarle una nueva modalidad de trabajo a Domínguez y a Angeleri. Visiblemente molestos ambos, casi pegan el portazo. Sin embargo, una jugada inteligente de Verón volviendo a incorporar a Agustín Alayes, más el paso del tiempo, hicieron lo suyo para que la historia continúe.
En el plano internacional, una fase de grupos en Copa Libertadores que empezó con el Pincha perdiendo de local ante la U de Chile, pero que terminó con los albirrojos ganando el grupo tras superar a Botafogo y Carabobo de local, ganando en Venezuela y goleando en Chile pese a perder en Brasil. Terminó con 12 pts de 18 y primero de zona.
Durante la segunda mitad del año, el equipo del Barba pareció mostrar dos caras. Cuando jugaba por el torneo mostraba un nivel muy pobre, pero en el plano internacional daba la cara pese a no jugar bien. Cerro Porteño fue el primer escollo superado, en los octavos de final coperos, tras un tibio 0-0 en UNO. Y llegó el cuco: Flamengo, quien terminaría siendo campeón.
El León perdía 2-0 a los 8 minutos de juego de la ida, en Río de Janeiro, y todo hacía pensar un panorama catastrófico. Sin embargo, un gol de Carrillo en la ida y otro de Benedetti en la vuelta, mandaron a los penales un partido que los pincharratas podrían haber ganado por un tanto más, para clasificar, de no haber sido por un offside del Vasco.
Derrota en la siempre esquiva tanda de penales, como local pero con mucho orgullo. Sin embargo, en el certamen local nada cambiaba: el equipo jugaba muy mal, perdía más de lo que ganaba y corría riesgos de perderse los playoffs. Más allá de una victoria mucho más clara que el 2-0 ante el Lobo en 1 y 57 en el otro derby, la cuenta daba negativo.
Es que los de Domínguez ya sabían que no jugarían copas internacionales, de no ser campeones del Torneo Clausura. Otra derrota como local de Argentinos puso al equipo en jaque, pero ninguno de los cuatro rivales directos ganaron, y el Pincha se metió a playoffs casi por la ventana, cuando Muslera pidió "no subestimar a Estudiantes".
Antes de jugar playoffs, la AFA cometió un error garrafal. Le otorgó, a Rosario Central, un título que no estaba pactado a principio de año, por ser el equipo que más puntos sumó en la tabla anual. Sin más argumentos que el reconocimiento para Di María y compañía, la entidad de Chiqui Tapia obligó, además, al Pincha a hacerle el pasillo a los Canallas, rival de octavos de final.
Tras la apretada pública, el equipo platense aclaró en sus redes sociales no haber sido cómplice de otorgarle el ficticio título a los rosarinos, y ahí se desató la hecatombe. El futbolero promedio del lado de Estudiantes, y del otro lado, la AFA de Claudio Tapia y los dirigentes afines (la mayoría). El León quedó en soledad, pero a su juego lo llamaron.
Tras amenazas de Pablo Toviggino, la creación de un boletín falso del Tribunal de Disciplina y apretadas públicas y privadas, un equipo que jugaba pésimo, encontró la fortaleza que necesitaba. Los de Eduardo Domínguez ganaron 1-0 en Arroyito y clasificaron a cuartos. ¿El pasillo obligado? De espaldas, ante la vista del mundo.
Al fuego, más leña. Dirigentes tomando postura, los hinchas también, y un informe que derivó en una insólita sanción: a los jugadores albirrojos, para el 2026 y a Juan Sebastián Verón con la imposibilidad de "ejercer sus funciones como presidente". El plantel, aislado, se unió aún más. Con Central Córdoba en el horizonte.
El equipo identificado con Toviggino fue el rival de cuartos, y la victoria volvió a ser 1-0 para el León, que llevó sus hinchas a Santiago del Estero y cantó retruco en la pelea ante la casa madre del fútbol nacional. Mientras seguían los dardos de AFA hacia City Bell, y como si faltara algo, un nuevo condimento a la definición: un clásico histórico en semifinales.
Con un Gimnasia que se metió de manera milagrosa, se dio un derby histórico que volvió a dejar alegría albirroja: después de seis años, Estudiantes ganó en el Bosque gracias a un gol de Tiago Palacios y desató la locura para clasificarse a una nueva final en el ciclo Domínguez. El rival, Racing en Santiago del Estero, otra vez.
En el partido decisivo, la Academia se imponía gracias a un gol de Maravilla Martínez cerca del final pero el León siempre tiene una bala más: pincelada de José Sosa, cabezazo de Guido Carrillo y al alargue. Con dos equipos cansados, no hubo más remedio que patear penales. Y ahí, el azar jugó para Muslera para que el equipo de La Plata grite campeón otra vez.
Con el condimento adicional de que Verón, supuestamente sancionado aunque recurrió dicho fallo, estuvo presente en la tribuna, festejando y casi que mojándole la oreja a sus detractores. Cuando parecía vencido, Estudiantes otra vez resurgió y gritó campeón, para llevarse un título que tuvo todos los condimentos: pelea irreconciliable con la AFA de Tapia y Toviggino, la política jugando su papel, fuego cruzado permanente, polémica arbitral, el expediente pasillo, las apretadas, el chantaje, un clásico y una final remontada en la hora.
Lejos de festejar, la mesura que aportó el Principito Sosa: había que jugar otra final más. En San Nicolás, una semana después, Estudiantes perdía hasta faltando 10 minutos ante Platense, pero otro toque de magia le dio otra presea: Lucas Alario, que había anotado un solo gol en el año, marcó dos en un puñado de minutos para el 1-2 que terminó con el Trofeo de Campeones en manos albirrojas.
Al cierre de año no le faltó nada más que los festejos en el balcón de la Municipalidad y la Plaza Moreno. El Pincha volvió a hacerse gigante en la adversidad y peleó ante todos los contextos, inmerso en una mediocridad futbolística de la que no pudo salir hasta la recta final. Sin embargo, la unión y fortaleza de todo el grupo, le permitió volver a festejar.
Como en 2023 y 2024, diciembre le volvió a sonreír al León, que llegó a su quinto título en la mitad de la década presente, y a la misma cantidad de trofeos logrados por Eduardo Domínguez, que además ya renovó su contrato. Con la continuidad confirmada del DT campeón por dos años, Estudiantes tiene motivos sobrados para festejar, después de un año irregular pero de final más que feliz.