Durante los últimos meses, el Parque Saavedra se convirtió en una megaferia a cielo abierto sin regulación por parte de la Municipalidad de La Plata, lo que generó una ola de reacciones entre los vecinos y los miembros de la tradicional feria que bordea el espacio verde. Mientras la administración local impulsó la reubicación de los manteros de Plaza San Martín, el pulmón está abandonado y sin seguridad.
“Está totalmente abandonado y se convirtió en tierra de nadie”; estas palabras se repiten una y otra vez entre los vecinos del Parque Saavedra, que deben padecer —principalmente los fines de semana— la suciedad, olores nauseabundos, ocupación indebida del espacio público, música a todo volumen y una feria que se extiende sin control en el cuadrado conformado desde calle 64 hasta avenida 66, y de calle 12 a 14.
“Ya no se puede ni caminar tranquilos", apuntan los frentistas, cansados de una situación que lleva años y que, aseguran, no cambia más allá de quién esté a cargo del Ejecutivo municipal. El conflicto se agrava por la presencia de manteros sin autorización, que se mezclan con los pocos vendedores habilitados, generando tensiones constantes con los inspectores y con los propios vecinos. Estos últimos, incluso, elevaron un expediente para denunciar la contaminación sonora y la acumulación de basura que deja la feria a su paso.
Los vecinos presionan para que la Comuna tome cartas en el asunto y avance con un programa similar al que aplicó con los feriantes de Plaza San Martín: reubicarlos en ferias habilitadas como la Galería Apolo (7 entre 45 y 46), el Paseo de Compras de 9 y 54, o el del Ayuntamiento (1 entre 47 y 48), donde podrían trabajar de manera regular y sin afectar el espacio público.
En medio de este escenario, se presentó un proyecto en el Concejo Deliberante de La Plata para declarar al Parque Saavedra como “patrimonio ambiental” y garantizar su preservación ante los problemas que han surgido en los últimos tiempos. La iniciativa fue impulsada por la concejal María Belén Muñoz, del bloque La Libertad Avanza, remarcando como principal argumento el deterioro del lugar y los hechos de inseguridad.
Uno de los incidentes más destacados ocurrió en diciembre pasado, cuando una batalla campal entre un grupo de feriantes tuvo lugar en el parque. Los enfrentamientos, que incluyeron golpes y agresiones verbales, requirieron la intervención de la Policía tras una llamada al 911 realizada por testigos que alertaron sobre la gravedad de la situación.
La biblioteca del Parque Saavedra
En paralelo al avance de los puestos sin control, la Biblioteca "Del Otro Lado del Árbol", ubicada en el corazón del Parque Saavedra, advirtió que atraviesa uno de sus momentos más delicados desde su creación, debido a la falta de mantenimiento y seguridad, que podrían poner en jaque su continuidad.
"¡No damos más!", expresaron en un mensaje cargado de impotencia. Denuncian que el parque está en estado de abandono, sin control ni presencia policial. “Nos duele tener que hacer público lo que intentamos resolver en privado”, manifestaron, y apuntaron contra la falta de respuesta por parte de las autoridades municipales y provinciales.
El predio —frente al Hospital de Niños Sor María Ludovica—, aseguran, se volvió hostil para las familias y voluntarios que mantienen con esfuerzo este rincón mágico de lectura. “La plaza tiene todo menos la mirada de quienes deberían cuidarla”, señalaron a través de un documento compartido en redes sociales, y reclamaron “a quien corresponda” que se arreglen y habiliten los baños públicos “para poder recibir a las escuelas que ya tienen asignados sus turnos”, además de la “atención urgente para las personas en situación de calle” y de “infraestructura y logística para las ferias históricas y emergentes”.
En la misma línea, pidieron por la “reforestación y puesta en valor del parque, refuerzo de limpieza y placeros que cuiden y mantengan, seguridad, iluminación y reparación de juegos”. “Queremos más plazas para más pibes, más bibliotecas que aniden infancias”, cerraron desde la Biblioteca.
El futuro del Parque Saavedra, emblema verde de la ciudad, parece estar en una encrucijada. Mientras vecinos, feriantes tradicionales y organizaciones sociales reclaman por su recuperación, el reloj corre y el deterioro avanza.