Alejo Lloyaiy (27) llegó a la redacción de El Editor Platense con su equipo de mate y preparado para una charla distendida, el momento es ideal, Villa San Carlos es puntero del Apertura de la Primera B Metropolitana y en poco más de 10 días estará celebrando el centenario desde su fundación.
Este gran presente para el Turco, como lo conocen todos en el mundo del fútbol, no solo va por lo estadístico, sino también por la posibilidad de volver a ser, luego de lucharla durante dos años con varias operaciones en una de sus rodillas. El tatuaje de "resiliencia" que lleva en la piel como bandera en su vida.
"La verdad que la pasé jodida", comentó el defensor, quien detalló un periplo médico que incluyó tres operaciones de ligamentos cruzados, una de menisco y una última intervención para "limpieza" de la articulación. "Estuve mal, no lo voy a negar. Fue duro", admitió, recordando cómo la ansiedad y las ganas de volver lo llevaron a recurrir a un psicólogo para sobrellevar la frustración.
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La alegría de Alejo Lloyaiy en Villa San Carlos
Este proceso fue largo y doloroso. Entre mayo de 2022 y septiembre de 2024, el zaguero tuvo momentos en los que pensó en colgar los botines. "En algún momento tuve ganas de bajar los brazos porque era como que ya había agotado todas las variantes", expresó. Igualmente, la palabra "resiliencia" se convirtió en su motor. "Le metí garra", aseguró, destacando el apoyo de profesionales, como Jorge Batista, que lo operó en las últimas ocasiones y le manifestó que su rodilla se acomodaría con el tiempo.
A pesar de los esfuerzos, el regreso no fue inmediato. En 2023 intentó volver a jugar, pero solo disputó tres partidos antes de que el injerto fallara. "Fue un golpe duro, pero seguí adelante", afirmó. Finalmente, en septiembre de 2024, sintió que recuperaba su esencia como jugador. "Volví a sentirme importante otra vez", celebró.
Volver a ser, Alejo Lloyaiy y su regreso
El sueño que lo mantuvo en pie fue claro: el fútbol. "Es lo que más disfruto, lo que más me apasiona", dijo, comparando la alegría que siente en la cancha con la felicidad que otros encuentran en ser padres. Sus mejores momentos, aseguró, los vivió en el ascenso, especialmente en su primer año en Villa San Carlos, una experiencia que también lleva tatuada en la piel junto al escudo del club.
Pasando al cuadro de Berisso, es mucho más que un equipo: es una familia. "Desde el día uno sentí el cariño de la gente y de quienes laburan en el club", destacó, valorando la pasión y el compromiso de todos los involucrados. Refiriéndose a referentes como los Raverta, Oroná, Slezack, Piedrabuena, quienes dejaron un legado de humildad, el Turco valoró su rol como capitán: "Me gusta por mi carácter. Intento estar en los detalles, ayudar a los compañeros y sostener lo que ellos nos enseñaron".
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Igualmente, no todo ha sido fácil. El fútbol del ascenso, reconoció, puede ser cruel. "Es crudo, hay muchas injusticias", afirmó, señalando las dificultades económicas y las presiones externas, como el arbitraje o las críticas. Él mismo combina su carrera deportiva con un comercio familiar, un esfuerzo que muchos de sus compañeros también realizan para llegar a fin de mes. "No alcanza con lo del club. Hay que salir a laburar", explicó
El capitán del centenario de Villa San Carlos
Hoy, como capitán en el año centenario de Villa San Carlos, se siente en un gran momento físico y mental. "Maduré mucho más de lo que hubiese sido si no hubiera pasado por estas lesiones", reflexionó, agradeciendo el apoyo de su familia –especialmente sus padres y su novia Wanda, a quien describió como su "compañera de vida"– y la calidez de un club que, para él, "te abraza".
A pesar de las adversidades, el jugador ve un futuro prometedor. Su objetivo inmediato es llevar a Villa San Carlos al éxito en el campeonato , pero no oculta su sueño de volver a un club de Primera, inspirado por compañeros como Saborido, Valenti y Zagert, quienes dieron el salto. "Me gustaría progresar", admitió.
Finalmente, explicó lo que para él representa ser del Celeste. "Es un club construido a base de humildad, sacrificio, ganas y pasión. Un lugar donde todos, desde los jugadores hasta los que barren las canchas, comparten un mismo amor por el fútbol y por el barrio", sentenció.