La empresa distribuidora de energía EDELAP enfrenta un creciente repudio por parte de sus usuarios. Las quejas ya no son aisladas: son parte de un patrón preocupante que combina cortes constantes, errores en la facturación y una atención al cliente que brilla por su ausencia.
Una usuaria, cansada de acudir a oficinas, detalló su mala experiencia y contó que allí “nadie sabe qué hacer ni cómo resolver nada”. Otra denuncia haber recibido una factura con $50.000 de más, lleva una semana reclamando sin respuesta y se niega, con razón, a pagar por algo que no consumió.
El problema con no es solo la mala calidad del servicio, sino la indiferencia sistemática con la que EDELAP responde —o más bien, no responde— a los reclamos. La atención automatizada, los teléfonos que nadie contesta y la falta total de soluciones generan una sensación de abandono entre quienes pagan por un servicio que no reciben.
Edelap sigue acumulando quejas
“Estoy sin luz desde ayer a las 16 y nadie me atiende. No quiero hablar con una máquina. Quiero una persona que me solucione el problema”, dice un usuario. Otro denuncia que en su cuadra hay tres casas sin luz —las únicas que pagan el servicio— mientras el resto, conectadas de forma ilegal, siguen con suministro.
La situación se repite en distintos puntos de La Plata: cortes cada vez más largos, respuestas cada vez más lentas, y tarifas cada vez más altas. “Deberían cancelarles la concesión”, señala otro testimonio. Y no parece una exageración.