En otro capítulo de una de las tantas novelas políticas que los argentinos verán este año, la Corte Suprema de Justicia de la Nación le cerró la puerta en la cara a Ariel Lijo, designado en comisión (por decreto) por Javier Milei. Hace una semana juró el otro juez del dedazo presidencial, Manuel García Mansilla, que votó contra Lijo.
Esta decisión del flamante cortesano llamó la atención en el Gobierno, que esperaba la obviedad de un apoyo de su parte. Contrariamente a los deseos de la Casa Rosada, García Mansilla se alió rápidamente a la dupla Horacio Rosatti-Carlos Rosenkrantz. En ese juego de tronos, Ricardo Lorenzetti continúa en soledad. Por ahora.
Es que Lijo todavía tiene chances de sumarse a la CSJN y emparejar la balanza junto a su compinche Lorenzetti. Para eso tiene dos opciones: o renunciar en Comodoro Py -su zona de confort- o esperar que el Senado apruebe el pliego que Milei envió el año pasado y quedó varado en la comisión de Asuntos Constitucionales.
El pedido de licencia en la Cámara Federal buscó esquivar la renuncia y el riesgo a quedarse sin el pan y sin la torta, ya que al ser designado en comisión, su mandato en la Corte no sería vitalicio y podría ser revocado por el Congreso a fin de año.
El Senado decidirá el futuro de Lijo
Según dejó trascender, el juez Ariel Lijo no piensa ni por asomo en renunciar a Comodoro Py y esperará paciente a que el Senado apruebe su pliego. El Gobierno ya anticipó que no lo retirarán, y buscarán “los consensos necesarios” para que el expediente siga su curso.
Curiosamente, el pliego de Lijo estuvo a punto de tratarse sobre el cierre del período extraordinario, pero la sesión que lo iba a aprobar debió suspenderse por el estallido del escándalo cripto. Incluso un sector de Unión por la Patria consideraba apoyar al oficialismo, siempre y cuando pusiera otros temas en consideración, como consensuar al Procurador, o cubrir vacantes en juzgados de todo el país. Los últimos escándalos protagonizados por Javier Milei pusieron en el freezer esas negociaciones.