Alerta.

Las escuelas de la región, entre el deterioro y la espera de soluciones

Aulas con luz de obra, baños clausurados y hasta la presencia de roedores son solo algunas de las problemáticas de los colegios de La Plata, Berisso y Ensenada

18 de septiembre de 2025 - 15:00

No se trata de un hecho aislado, ya que días antes, dos colegios de La Plata tuvieron que interrumpir las actividades por un incendio en un depósito cercano que llenó las calles de humo y obligó a cerrar preventivamente las puertas. En Olmos, en tanto, los estudiantes de la Secundaria N°77 denunciaron que las condiciones en las que aprenden son insostenibles: aulas con luz de obra, baños clausurados, falta de calefacción y hasta la presencia de roedores. La misma postal se repite en distintas zonas del distrito, donde los reclamos crecen a medida que la situación se hace visible.

En Ringuelet, la comunidad de la Unidad Educativa Nuestra Señora de la Anunciación atravesó semanas sin gas ni agua, lo que derivó en la suspensión de clases. También en Los Hornos, la Escuela Secundaria N°3 se vio obligada a cerrar sus puertas por no contar con electricidad ni calefacción. La Secundaria N°1 Manuel Belgrano de La Plata, por su parte, recortó horas de clases y finalmente suspendió la actividad al no poder sostener el funcionamiento de la caldera. Cada caso muestra distintas caras de un mismo problema: la infraestructura escolar no resiste el paso del tiempo ni la falta de mantenimiento sostenido.

Además de La Plata, quejas en Berisso y Ensenada

La situación no es exclusiva de la capital provincial: en Ensenada, la Escuela Secundaria N°2 de Punta Lara se transformó en un símbolo del deterioro edilicio: techos con humedad, moho en las paredes, filtraciones, cables expuestos y hasta gusanos en los salones. Docentes, alumnos y familiares decidieron salir a la calle para visibilizar el estado de abandono, advirtiendo que las condiciones ponen en riesgo la salud y la seguridad de los estudiantes.

En Berisso, la problemática se expresó de otra manera. En la Escuela Primaria N°6, 54 alumnos comparten un mismo aula debido a la falta de docentes, lo que genera hacinamiento y dificulta el desarrollo de las clases. Aunque no se trata estrictamente de un inconveniente edilicio, la falta de recursos humanos se suma a la lista de factores que complican el día a día escolar.

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Los reclamos no son nuevos, ya que durante todo el año se multiplicaron las denuncias por filtraciones en los techos, sanitarios en mal estado, aulas sin agua potable y obras que comenzaron pero nunca terminaron. La llegada del frío expuso aún más la precariedad, con jornadas reducidas y suspensiones forzadas por la imposibilidad de garantizar condiciones mínimas para estudiar.

Ahora, con la primavera en marcha, las comunidades educativas insisten en que los problemas no se reducen a una cuestión estacional, sino que responden a falencias estructurales que permanecen sin resolver.

Un problema que ya lleva tiempo

Lo que atraviesa a todas las historias es un mismo denominador común: la postergación de soluciones de fondo. Padres y docentes aseguran que los arreglos suelen ser parciales, cuando no directamente provisorios, y que al poco tiempo vuelven a aparecer los mismos inconvenientes. Reclaman que se avance con planes de mantenimiento anuales, que permitan anticiparse a los problemas y no reaccionar sólo cuando la situación ya es crítica.

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El deterioro de las escuelas en La Plata, Berisso y Ensenada no se explica únicamente por el desgaste del tiempo. También intervienen factores como la falta de inversión sostenida, los retrasos en las obras y la ausencia de controles periódicos que garanticen que los edificios estén en condiciones. Cada año, cuando se acumulan los reclamos, se anuncian intervenciones que muchas veces no llegan a concretarse en los plazos prometidos.

Hoy la problemática vuelve a estar en primer plano: los alumnos que interrumpen sus clases, los padres que exigen un espacio digno para sus hijos y los docentes que trabajan en condiciones adversas ponen en evidencia que el estado de la infraestructura escolar es un tema que sigue pendiente de solución. Mientras tanto, las comunidades educativas esperan respuestas que permitan devolverle a la escuela el rol que nunca debería haber perdido: el de ser un lugar seguro y digno para enseñar y aprender.

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